Antecedentes:
La langosta espinosa del Caribe (Panulirus argus) es un producto pesquero crucial en el Gran Caribe, que genera empleo e ingresos significativos para 270.000 pescadores de 15 países. Sin embargo, la industria se enfrenta a retos, sobre todo en lo que respecta al uso de trampas industriales para langostas. Aunque estas trampas contribuyen significativamente a las capturas, su pérdida y destrucción en el fondo del océano tiene consecuencias para el medio marino y la sostenibilidad de la pesquería.
El uso de trampas para langostas puede agravar el problema de la «pesca fantasma», que tiene efectos perjudiciales para los ecosistemas marinos, como daños al hábitat y capturas no deseadas de diversas especies marinas. El problema es especialmente grave en la pesquería industrial de langosta del Caribe, donde se estima que se pierden anualmente entre el 2 y el 3% de las trampas, lo que da lugar a un número significativo de trampas fantasma que quedan en el medio marino.
Además, durante las grandes tormentas tropicales y huracanes, las estimaciones sugieren que pueden perderse hasta el 20% de las trampas de pesca desplegadas en las zonas afectadas por estos eventos.
A pesar de los esfuerzos para mitigar las capturas accesorias y regular el diseño de las trampas, problemas como la pérdida de artes, la pesca fantasma y los daños a los frágiles hábitats bentónicos siguen siendo preocupantes, y la escala y los tipos de impactos en la pesquería de langosta espinosa del Caribe siguen siendo en gran parte desconocidos.